Mostrando tu semblante de aventura
llegaste peregrino en primavera,dejando cual guirnaldas a mi vera,
un poco de tu lánguida espesura.
Trajiste tempestades y locura
tramando una tormenta lisonjera,
te di mi juventud por vez primera
rozando con tus manos mi alma pura.
La luna me apasigua generosa
brindándote mi boca enamorada;
mi boca que lastimas, voluptuosa,
desangra mi pecado en la almohada,
con lágrimas de sangre luminosa,
y muero en cada beso condenada.
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