jueves, 23 de agosto de 2018

¡¡ERAN LAS CINCO DE LA TARDE!!

Eran las cinco de la tarde
cuando metrallas se oyeron
sangrando el corazón de
Federico el poeta del amor oscuro.

También fueron mis cinco de la tarde
un poco más un poco menos
donde clavaron en mi pecho, puñales.

Sin darme cuenta en mi corazón sangrante
lágrimas del alma, lágrima de pena
como claveles puñales, como puñales claveles
sangraron mi camisa blanca con botones de flores.

Eran las cinco de la tarde
la hora de Federico el poeta
pero también fue mi hora
de sangre y puñales.

¡Maldita sea la hora
que dejó de latir la pena
en mi corazón que ardía
con el fuego que condena!

¡Maldito el puñal de seda
que aprieta mi garganta
que me mata y atormenta
porque he de vivir sin el tormento
de lo que se agitaba
De lo que se agitaba, en mis venas.!

Serán las flores mi reducto
lapidario de verbenas, 
pero ya no son los aromas
que me arropan en esta hora
aunque el puñal
aunque el puñal, fuera de seda.-

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