Las rosas de mi muro se enredan con glicinas,
perfuman y coronan,
bordando las glorietas.
Los nardos
florecidos en la suave neblina
huelen como
jazmines luciendo cual violetas.
En el jardín las
flores y en los cielos azules
de noches
consteladas, la luna y las estrellas.
Camino recorrido
entre verdes abedules
mariposas volando
como blancas doncellas.
Me rindo ante la
frágil, grácil naturaleza
que nunca pide
nada, solo espera a la lluvia.
¡Oh la lluvia
bendita ante tanta belleza
presume en la
ladera una estupenda juvia.
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