viernes, 18 de enero de 2019


Me llamaron anarquista.V

Resulta que en mis tres años
en la escuela pichoniana
estuve muy quieta y muy callada
era una alumna silenciosa.

El que calla otorga me dijeron
y al cuarto año me largué a hablar
pero durante tres años,
me trague los libros
y entendí en teoría,
el ¡ CÓMO! dirigimos el mensaje.

Resulta que yo ya tenía aprendido
que el otro era mi espejo
y lo que mal veía era lo mío
y del mismo modo lo que bien veía.

Y allí comencé la radio
y mi palabra llegaba
porque cuidaba ese Cómo
no herir susceptibilidades.

Resulta que otros programas
comenzaron a quejarse
por mi actitud relajada
y me llamaron anarquista
porque mi rating era enorme.

Y no solo se quejaban
no entendían que no tenía llamadas,
pero el buzón se llenaba
de casetes y sobres amarillos,
y se quedaban sorprendidos
porque en la puerta me esperaban.

Es que ese cómo ya viene en el alma
no es un chip ni nada que se le parezca
es un modo amable donde se engancha el Cómo.

Cómo decimos una palabra
puede acariciar el alma
o puede generar lo que llamo
violencia emocional.

Y me llamaron anarquista
pero más de uno me empezó a copiar
la importancia de entrar a los hogares
con la música y la palabra
con un mensaje donde les dejaba
buena energía y serenidad.

Resulta que me encantó
que me llamaran anarquista
y que se copiaran me re-encantó
y empezaron a invitarme
a sus programas.

Hice cinco años largos
de lunes a viernes,
una hora que con mi sueldo
pagaba ese bendito espacio,
y si algo me pasaba
y mandaba los grabados
allí si llamaban
¡oyentes silenciosos!
grababan el programa.

Tan solo porque entendí
el bendito modo de dejar
un mensaje
Y el bendito cómo
llegar a sus oídos.

El modo y el cómo
entró a los hogares
se sentó en la sobremesa
apagaron los televisores
y los comensales 
se entraron a mirar.

Una noche de invitada
con mis poemas a cuestas
llamó un señor
y preguntó si yo era 
la del Sueño de los otros,
mi programa, 
le respondieron que si.

Vaya sorpresa la mía;
dijo ese señor
puede decirle por favor
que todas las mañanas
hay 19 abuelos que la escuchan
sin perder ninguno de sus programas.

De eso e trataba,
yo aprendí el MODO Y EL COMO
y ellos me devolvieron 
el mejor regalo, 
no solo en mi cumpleaños
me esperaron en la puerta,
sino que no podía cerrar la puerta
y decir ya no estaré más.

Se convirtió en un compromiso
¡anarquista!
pero valió la pena.

...tal ves un continuara...
con alguna leyenda personal.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario