En un lienzo dibujé el horizonte de una alondra,
que suspendida en el aire miraba su propia sombra.
No me estaba dando cuenta que ella revoloteaba
la sombra de mi sombra.
En un lienzo dibujé el perfil de mi horizonte
y lo que en realidad hacía con el pincel
es trazar un tramo de mi destino,
entre nardos y otras flores un castillo.
Y entre cardos y piedras se me cruzaron
las tormentas y tempestades
que a mis cumbres llegaron sin aviso.
Pero también dibujé entre palabras, entre versos
los rayos del sol en mis mañanas y el brillo de la luna,
en una laguna mansa.
Puse mi más profundo empeño en aquel lienzo
y me enfrenté con la vida, con mi dos manos llenas
de jazmines, de rosas y de poesía.
Mis tormentas fueron mis pasiones hacia ti
mis tempestades fueron mis abrazos y besos,
los dibujé porque me estabas esperando
en la otra orilla del mar, donde empieza tu verano.
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